BEBE RUBIA LA CERVEZA
Miraste al fondo, en el
fondo, hacia el fondo, hasta el fondo y caíste en lo más hondo.
Llevaba una rubia en la
mano izquierda, tenía el meñique hacia ti involuntariamente, en sus labios
descansaba un arma que mataba lentamente cuyo humo se mezclaba con ese champú
de frutas tropicales que la hacía tan apetecible. Colgó el teléfono por séptima
vez, tanto tú como ella detestabais a ese insistente novio que no la dejaba
respirar.
Sonaba Extremoduro de fondo
y ella movía livianamente la cabeza al ritmo de ese sólo de guitarra. Al verte
sonrío y sacó un cigarrillo recién liado de su mochila de Nirvana, eso te
recordó a aquella frase de Kurt Cobain que te soltó cuando le dijiste cuando le
dijiste que su estilo era demasiado estrafalario: “Ellos se ríen de mí por ser
diferente, yo me río de ellos porque son todos iguales.” Eso te recordó al
silencio que escribiste después de que te dijera eso y de cómo te diste cuenta
que ella no era igual a las demás, que era un imposible pero si tenías la
mínima oportunidad no la dejarías escapar. Tu vida de ojos rojos, puños en
sangre, festivales, conciertos, porros y otras mierdas se redujo a un instante.
Sabías que no morirías hasta probar la mejor droga, su éxtasis.
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